Ando sumergido en un desasosiego
que me tiene agitada el alma.
El norte de mi brújula es incierto
y se mueve hacia arriba y hacia abajo,
como olas en mar gruesa
ante la frágil quilla del batel
que surca el piélago alborotado.
La obsesión por la incierta bitácora
me mantiene encogido …
Pero ¿para qué marcar un rumbo?
Siento la tentación de abandonarme
a la deriva que la Fortuna marque,
recorriendo el camino sin meta,
sin el pálpito constante del ansia
por llegar al incierto destino.
Soy responsable de mis actos
y de seguir tomando café.
De no relajar el sentir